«Mysterious Skin»

 

Mysterious Skin (2004) / Director: Gregg Araki / Guión: Gregg Araki, sobre la novela de Scott Heim / Intérpretes: Joseph Gordon-Levitt, Michelle Trachtenberg, Brady Corbet, Jeffrey Licon, Chase Ellison, George Webster, Bill Sage, Lisa Long, Elisabeth Shue, Billy Drago.

«The summer I was 8 years old, five hours disappeared from my life. Five hours. Lost. Gone without a trace»

Si algo caracteriza y honra a Mysterious Skin es la honestidad y el tacto que denota en el tratamiento de la pedofilia. Mediante un arrojo admirable en su determinación de coger al toro por los cuernos y sin medias tintas que valgan, nos cuenta dos historias paralelas que acaban cruzándose: las protagonizadas por Neil, víctima, a los ocho años (!!!), de una relación homosexual con su entrenador del equipo de beisbol, y Brian, que, a la misma edad, sufre una experiencia traumática en forma de vacío que supone toda una obsesión. Años después, recuperamos a ambos personajes y sus secuelas: Neil, interpretado por un inmenso Joseph Gordon-Levitt (Brick, 2005) en un papel dificilísimo, se prostituye como chapero en las calles y se encuentra sumido en un desenfreno sexual, incapaz de amar, con un agujero negro en lugar de corazón y una coraza como protección; y Brian, encerrado en sí mismo y confundido, pretende averiguar lo que, en realidad, ocurrió tratando de buscar una explicación disparatada (una posible abducción extraterrestre).

Como decía, el riesgo que asume la película es más que notable, puesto que Gregg Araki (Maldita generación, 1995) no considera otra opción posible que meter el dedo (el puño) en la llaga a lo Solondz, es decir, con una valentía insólita, merecedora de ser elogiada. No nos permite evitar los pasajes más descarnados, obligándonos a ser testigos del proceso de descomposición de unos personajes cuyas vidas se han visto influidas por algo que sucedió, que se han visto encorsetados por algo que torció, en cierta manera, sus caminos. Todo acto tiene sus consecuencias.

El director, con buen tino, decide afrontar la historia con dureza y ternura, con aproximación y distanciamiento… Es su estilo, siempre delicado y elegante a pesar de la crudeza de lo filmado, lo que eleva a su propuesta por encima del mal gusto para producir un efecto incómodo pero perfectamente visible, incluso lírico. Camina por la cuerda floja, sí, pero huye de lo gratuito y consigue hacer efectivo un complicado equilibrio de sentimientos encontrados: la repulsa provocada por lo mostrado se combina con el cariño hacia sus víctimas, necesitadas de exorcizar sus demonios. Y lejos de promulgar una fácil condena y caer en los extremos del blanco y el negro, pone sobre la mesa una gama de grises que el espectador habrá de interpretar.

A través de una dirección poderosa, que hace brotar una atmósfera enrarecida e inquietante, un cuidado total en las formas y un acertado reparto en el que brillan sus muy creíbles actores infantiles y el citado Gordon-Levitt, la película escarba, como debe ser, en las miserias humanas y, con la precisión del bisturí manejado por un cirujano, saca a la luz una problemática tan cercana, tan estremecedora…

Valoración (0 a 5): 4