«Corrupción en Miami» [Una revisión]

Hecha la prometida revisión de un título reciente que no convendría despachar tan a la ligera, os cuento mis conclusiones con brevedad:

Que conste que ya os comenté mi decepción cuando la vi y, más tarde, el hecho de que algunos de sus momentos me seguían rondando por la cabeza. Y ahora, vista por segunda vez, me reafirmo en las carencias de su discretísimo guión, que se limita a cumplir su cometido como mera herramienta a partir de la que Mann articula, eso sí, un derroche de puesta en escena. Una vez que uno ya conoce la historia y lo que sucederá, es más fácil detenerse en la meticulosa realización, en el sentido estético que impregna la elección de los encuadres, en la combinación de texturas, en la fijación por el retrato de panorámicas de hipnótica belleza, en lo áspero de sus detalles de acción, en la sensacional banda sonora que acompaña y engrandece las imágenes… Corrupción en Miami es, por lo tanto, un ejercicio audiovisual de envergadura, una experiencia puramente sensitiva que se nota demasiado hueca en ocasiones, de forma que el deleite aparece en función del poderío de un director que crea una especial atmósfera, englobando a sus personajes en un todo ambiental. La película, vista de nuevo, crece, sí.

Desde su particular toque distintivo, Michael Mann acomete una actualización radical de la serie televisiva: la filmación en vídeo digital de alta definición, cuyo efecto sucio otorga una pátina de realismo; la preponderancia de las formas elegantes, tan cool como siniestras; y el uso de sofisticada tecnología de última generación (coches, aviones, lanchas, móviles, ordenadores, armas…) como signo de los nuevos tiempos.

Rosenrod, en su blog, ya lo apuntó muy acertadamente:

(…)

(…) el hecho de que los protagonistas conduzcan un Ferrari, un jet privado, un avión o una lancha que nada tiene que envidiar a un monoplaza de Fórmula 1, aparece de una manera en las antípodas de lo que sería, por ejemplo, una producción típicamente jamesbondiana: aunque veamos el lujo que mueve el narcotráfico y la delincuencia high class, no abandonamos en ningún momento los parámetros del cine negro, y la sordidez impregna hasta el aparato más sofisticado que aparezca en el plano. Y así, Corrupción en Miami se convierte en una crónica detallada de los mecanismos utilizados por las grandes redes criminales y los métodos al borde de la legalidad de la policía y el FBI para desenmascararles y detenerles.

Además, la propuesta estilística de Mann sirve para arropar y disimular un guión que, si bien eficaz, no aporta prácticamente nada nuevo, pues es una fotocopia de muchas otras películas que hemos visto. (…)

Y en Cahiers du Cinéma se publicó una larga (y muy discutible) crítica, donde se considera la película como una reflexión sobre la tecnología digital (!!!):

MUY ALTA DEFINICIÓN, por Cyril Neyrat

A primera vista, Miami Vice no haría más que confirmar la opinión crítica más difundida sobre Michael Mann: un artista superdotado, cuyo virtuosismo estilístico compensa la ligereza de los temas y en cuya obra la intensidad de las formas tiende a disimular la incoherencia de la intriga o la imprecisión del pensamiento. Pero su último film es de aquellos que se deberían ver dos veces. La primera, para hacer la lista de falsas expectativas y de los puntos débiles del film. La segunda, para aprehender lo que Mann hace: explotar las posibilidades estéticas de la alta definición y utilizar todas sus consecuencias en términos narrativos. Las debilidades se convierten entonces en hipótesis, sin duda frágiles pero ciertamente innovadoras, de un régimen nuevo de lo visible, que generan una nueva forma de cine de acción.

Lo primero que uno se pregunta es qué es lo que sostiene a Miami Vice. Obviamente, no es la intriga policial. (…) Mann demuestra una indolencia brutal respecto de la credibilidad y de la inteligibilidad del relato. En lugar de la progresión articulada de la investigación policial, yuxtapone sus tours de force espectaculares sin preocuparse de las necesidades narrativas ni de su encadenamiento. La intriga en Collateral, resumida en la ejecución de una lista de asesinatos, era funcional a este principio de declinación de secuencias autónomas. La intriga de Miami Vice, presentada como una investigación con introducción, desarrollo y desenlace, no funciona de ese modo.

¿El film se sostendrá entonces por la fuerza del estilo del cineasta? Tampoco. En ese aspecto también es decepcionante. Lo que esperaban reencontrarse con el esplendor asordinado de Collateral cuya fluidez visual y sonora producía una corriente homogénea, se sorprenderán con el aspecto patchwork de Miami Vice. Sin preocuparse por la coherencia estética, Mann yuxtapone estilos y clips independientes, y llega hasta el punto de adosarle a las imágenes los peores éxitos comerciales de la FM. La comparación de dos escenas en discotecas pueden resumir la distancia entre los dos films. Coreografía fluida en Collateral acompañada de una sola música, relato perfectamente legible pese a la confusión. En Miami Vice, en cambio, hay tres trozos encadenados y planos de corte decorativos sobre las bailarinas que fragmentan una narración incomprensible.

Incoherente, ilegible, decorativo: ¿Mann se habrá ahogado en el vicio de Miami?; a fuerza de filmar autos, barcos y aviones, ¿se habrá olvidado de hacer un film, aturdido por la velocidad de los vehículos? No es así. Esta vez, Mann ha construido un retrato en alta definición de un mundo que se ha vuelto incoherente, ilegible y decorativo debido al desenfreno de las tecnologías digitales.

La investigación no es más que un pretexto. El verdadero nudo narrativo se enuncia luego del segundo encuentro entre los policías y el jefe del FBI: cómo volver a la superficie cuando uno se acostumbró a vivir clandestinamente como undercover. O, para decirlo de otra manera: ¿cómo es la vida, qué es ser uno mismo en un mundo donde el perfeccionamiento de las técnicas de vigilancia nos condena a la ultra visibilidad ?

(…) Si Mann dedica tanto tiempo a la escapada amorosa de Sonny a La Habana con la novia del barón de la droga, es porque allí el policía puede gozar sin represión de las ventajas de la ilegibilidad. Jugando inteligentemente con la estética publicitaria, samba en la pista de baile, tragos sobre los techos de la ciudad, jabón con mucha espuma bajo la ducha, Mann transforma ese no-lugar en una zona de indiferenciación perfecta de la vida verdadera y del artificio, de lo verdadero y lo falso. (…)

(…) La heterogeneidad chillona del estilo visual no marca ninguna regresión respecto de Collateral, sino una profundización de las especificidades de la alta definición (HD), de la cual Mann hace esta vez un uso brutal y sistemático. Los incesantes cambios de textura y de color resultan de la alta reactividad del digital a las variaciones de la luz natural. (…)

Desconcertante, seductor, confuso, Miami Vice es lo contrario de un divertimento innecesario plagado de fetichismo consumista. Mann manifiesta una ambición que muy pocas veces se ve en el cine: la de emplear la técnica para que esta sea revelada y expuesta al mundo que ella misma está modificando. Las consecuencias estéticas y políticas de este proyecto apenas se han esbozado aquí. Así como este film necesita ser revisado, a nosotros nos corresponde volver sobre este tema con más detalle.

9 pensamientos en “«Corrupción en Miami» [Una revisión]

  1. Nunca pensé que se pudiera hacer una crítica de algo tal como la tecnología de la película, con todo (sin haberla visto) me gusta mucho la aproximación de cahiers. Hay muchos héroes que se definen por sus gadgets y digámoslo así su mobiliario…

  2. Max, ¿eres productor ejecutivo de la peli o algo?
    Yo lo dije:
    A ratos mola (un poquito), y a ratos roza lo ridículo, como ver a Sonny Crockett bailando salsa, que está a la altura de Pierce Brosnan en El secreto de Thomas Crown, la madre que lo parió.
    Los tiros suenan chachi, pero la peli es una pollada considerable (esa historia de amor del Colin, que rápida)
    Me reí mucho al comprobar que todos los «hombres» de la peli son unos aunténticos fuckers.
    Hasta los pasatiempos de Michael Mann son espesos, que hombre.
    Un 5,5.

  3. La crítica de Cahiers me parece un pasote importante. Creo que al crítico se le va mucho la olla tratando de justificar las debilidades de la película. La he puesto más que nada como curiosidad.

    Jejeje… Bueno, Libertino, la verdad es que igual le estoy dando demasiada importancia, pero yo creo que estéticamente la película tiene muchos méritos a tener en cuenta. Cuando uno la revisa y se fija un poco más en los detalles, se ve que Mann continúa haciendo un cine muy estimable. Ya sabemos que la historia deja bastante que desear y que los personajes están poco desarrollados y aparecen descompensados, pero sería un error despacharla tan fácilmente.

  4. Yo quiero revisarla pero he revisado via youtube muchas secuencias y me parece que Mann no pasa del autohomenaje. Intencionalmente si percibo estas cosas que citas, Max, tan acertadamente pero no así en su resultado.

  5. Me explico: a mi me parece que este Mann estético ya estaba presente en su anterior película y de una forma mucho mas acertada. No lo hemos hablado pero los soliloquios existencialistas tan divertidos de Vincent o el guión en si de Collateral no es gran cosa, creo que lo que hace grande (y además muy grande) a Collateral es ese maravilloso sentido estético que crea una atmosfera de la noche que sólo Walter Hill en Limite:48 horas y su San Francisco habái conseguido transmitirme con tanta intensidad en otros noirs contemporáneos.

  6. A mí «Collateral» también me parece superior tanto a nivel de guión como de realización, que conste. Es un «noir» urbano excelente. Lo que ocurre es que también creo que «Corrupción en Miami» quizás nos la hemos ventilado, en general, demasiado a la ligera y, en esta revisión, he apreciado mejor sus virtudes estéticas. En este segundo visionado la película me ha parecido mejor que en el primero. No es que ahora me encante, pero tiene cosas sobre las que detenerse.

  7. A mi Corrupcion en Miami no me sorprendio mucho, mas bien me desiluciono un poco porque Michael Mann habia hecho dos excelentes peliculas «Heat» y «Collateral». Y esta realmente no es que sea mala porque al menos entretiene pero no llega al nivel de lo que fue la Grandiosa «Heat» y una Excepcional y magnifica Pelicula como «Collateral». Lo que mas me gusto de la Pelicula fue que fue filmada de nuevo con camaras digitales similares a Collateral. Las actuaciones normales, nada de otro mundo

    En Conclusion: entretenida, De no ser por su filmografia seria otra mas del monte

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